Duélete de mí, señora, señora, duélete de mí, que si yo penas padezco todas son, señora, por ti. El día que no te veo mil años son para mí, ni descanso, ni reposo, ni tengo vida sin ti. Los días no los bivo suspirando siempre por ti. ¿Dónd'estás que no te veo, alma mía, qué es de ti? Duélete de mí, señora, señora, duélete de mí, que si yo penas padezco todas son, señora, por ti.