Salve Oh Reina, dulce Madre mía:
toda bondad toda clemencia, amor.
A ti gimiendo el alma se confía,
sola esperanza al humano dolor.
2. Vuelve a nosotros tus divinos ojos
llenos de amor y de serena luz;
Y muéstranos, después de este destierro,
la blanca flor de tu seno, Jesús.