Salve Cruz santa y divina, donde Jesús expiró, donde su sangre vertió, entre las zarzas y espinas. 1. Yo te adoro, Cruz divina, porque en ti murió Jesús, por darnos su eterna luz y librarnos de la ruina. 2. ¡Oh Divino Redentor! esencia pura y divina; no siempre produce espinas la pura fragante flor. 3. ¡Oh dulce Virgen María! calma mis duros tormentos por aquel dolor tan cruento que tu alma entonces sentía. 4. Al morir mi buen Jesús da movimiento a la tierra; toda se queda en tinieblas y hasta el sol pierde su luz. 5. Aquel Jesús adorado que en el Calvario sufrió y la amargura apuró, ¡oh Jesús! tan resignado. 6. Y las conchas de los mares te ofrecen sus lozanías y las aves a porfía te brindan, Cruz, sus cantares.